miércoles, 26 de febrero de 2014

Caminar

¡Lindo culito!

No es bueno tener un amigo médico. Me viene tratando hace años de los resfríos y de la tos de cada invierno. Hasta tengo agendado el nombre de los medicamentos, el antibiótico y el antialérgico, uno por día y el otro dos por día. Tenés que ir al especialista. Hace un par de años que me lo viene diciendo. Hace un par de años que lo vengo ignorando. Sino fuera amigo, no lo escucharía. Esa voz cálida pesa en el interior.

Le hice caso. Vivo en un pueblo pequeño, casi rural, para ver al especialista me tengo que desplazar a la ciudad, acomodar los horarios de trabajo, juntar ganas. ¿A quién me recomendás? Fulano es bárbaro, decile que vas de parte mía. El doctor Fulano no atiende por su obra social, pero puede abonar la consulta, y luego pedir el reintegro, no gracias. No me compliquen, no necesito ayuda, sé complicarme solo.

Proximidad. Es un buen criterio, ¿cuál de todos estos tipos me queda más cerca? Mientras leía con el dedo la lista de médicos. Aquí está, el doctor Mengano. El doctor Mengano atiende los días … siempre el peor horario posible, media mañana o media tarde; y el próximo turno es dentro de 30 días. No seguí escuchando, esperé que terminará y le dije que sí. Hace años que estornudo y toso como un poseso en cada invierno, puedo esperar un mes más.

Un encanto el doctor Mengano, lo esperé una hora y media en una salita con cuarenta mocosos que no hacían otra cosa que chuparse los mocos y toser. Si no me enfermo aquí es porque soy inmortal. El interrogatorio de siempre y una larga lista de análisis para hacer. Tómese estas vitaminas que lo van ayudar, y aparte le voy a recetar esto otro. Cuando tenga todo vuelva. Soy obediente, si llegué hasta aquí, voy a perseverar. Análisis, pis y sangre y otros quince días para los resultados, no importa, mi próximo turno es dentro de un mes. Ah, no se olvide de traer la orden autorizada. No me olvido. Trabajo para ustedes.

Se me pasó la fecha, me olvidé. ¡Perdón! Tengo otras cosas en la cabeza aparte de trabajar de paciente. Me tiene que llamar la semana que viene para que le pueda dar un turno para dentro de 30 días. Sí, seguramente. Te voy a llamar. Fui a buscar los resultados de los análisis, doce hojas. Más buenas que malas, pero algunas malas. Esto me va a salir caro. Finalmente, no recomiendo el criterio de la proximidad, es un asco.

¿La clínica del doctor Merengano? Martes. Nuevo interrogatorio, ficha de cartón, mirada atenta a los análisis. Yo lo voy a tratar de su alergia, pero vaya a ver a su médico por estos resultados. Pruebas de reactivos,  200, se los da a mi secretaria, pinchazos, picazón. Vivir me da alergia. No se preocupe esta vacunita que sale 300 lo va ayudar. Ya sabe a mi secretaria. Ya sé. Trabajo de esto.

Amigo, me salieron unos análisis medio mal y el alergista quiere que vea a un endocrinólogo. Otro que no atiende por obra social. Persevero. El doctor Perengano, jueves a las 15. Nuevo interrogatorio, profundo e inquisidor, apoyado por las pruebas que aporté, mis análisis. Respire, acuéstese. Toqueteos varios. Mirada grave. A ver la presión, está un poco alta ¡Culpable! Largas explicaciones, síndrome metabólico. Sabe de qué le estoy hablando, sí, dije con vergüenza, casi humillado. Dieta y ejercicio, y si hay que elegir ejercicio. Más análisis, y vaya a ver a su cardiólogo, seguramente le hará una ergometría.  Lo espero cuando tenga todo. ¿No me había salvado de hacer el servicio militar?

Mi cardiólogo, un tipo genial. Me va a cagar a pedos. Hace tres años que me dijo te veo a fin de año, antes de la fiestas. Por supuesto, no volví más. Dieta y ejercicio. Y el muy cretino me midió la panza, y lo anotó. Estoy perdido.

El doctor está en un congreso, vuelve dentro de dos semanas, genial, deme un turno. Dos semanas, tengo tiempo. Bajar de peso, caminar, caminar, caminar. Seis kilómetros, todos los días, y por supuesto, muerto de hambre. Forrest Gump debe haber tenido síndrome metabólico.

Todos los días, distintos recorridos. Perros amistosos me siguen. Hoy, domingo, salí temprano a la mañana. El día está bellísimo, sol y aire fresco. Levanto los ojos, y lo veo, me convoca en su vaivén. Me invita a que lo siga. Buzo negro, apretado, se desplaza con rapidez, trato de identificarlo pero no llego, dobla en la esquina y se pierde. Ni siquiera una promesa mentirosa de volver a vernos.

Estornudé con fuerza, y recordé porque estaba caminando. Culpa de mi amigo.