miércoles, 22 de abril de 2015

La Tierra te llama

Un murmullo se ha engendrado,
Suave palabra de lengua extraña.
Baja de los cerros trayendo soledad,
Penetra los valles y se hace fértil.
Inunda la pradera y se perfuma de luz,
Llega al río y se hace viajero,
Busca el mar que se agita, y se hizo viento.

La tierra se estremece y llora de miedo,
El sol y la luna se ausentan del cielo.
Las estrellas dejan de titilar y se esconden,
Las sombras penetran todas las cosas,
Los animales quedan en temerosa vigía,
Mirando la nada.
Oyendo, de tanto en tanto, un trueno.

El hombre no escucha, su propio ruido lo aturde,
El hombre no ve, se encandila en su propia imagen,
El hombre no contesta, su palabra ha muerto,
El hombre no siente, el dolor le sacó el gusto,
El hombre no toca, su mano solo empuña armas.


La Tierra grita ¡basta!

lunes, 13 de abril de 2015

24 de Marzo del 76 – Yo estuve ese día – Final

Hay un juego muy perverso al que somos muy afectos, manipular la memoria. Acomodar el pasado para justificar el pasado. Quise traer los recuerdos de un niño de once años sobre hechos que pasaron hace casi cuarenta años. En ese entonces yo era inocente.
La memoria que hago hoy no lo es. He tomado partido, y mi presente claramente condiciona mi memoria afectiva. Me hubiera gustado estar en aquél entonces en las rondas de los jueves junto a las madres. Pero no estuve. Y hoy no voy, y esto también tiene que ver con las opciones que he hecho con el devenir de los años.
No creo que sea bueno que nuestro presente quede atado a las decisiones del pasado. Creo que podemos cambiar si lo creemos necesario ¿Panquequismo? No. Sigo pensando que los milicos aparte de genocidas y ladrones, nos echaron a perder el sueño de una patria justa, libre y soberana. Y me parece bien que se los juzgue y que se repudran en la cárcel. Pero hay celdas vacías que deberían haber ocupado otros asesinos de personas que en nombre de la revolución tampoco dudaban en matar a inocentes. Los asesinatos no se justifican, ni los de izquierda ni los de derecha. Matar está mal y no hay causa justa que habilite a Caín. La sangre de Abel reclamará siempre mientras el mundo sea mundo.
Por si no se entendió, creo que el golpe del 76 a una buena mayoría le importó un carajo y mientras la economía más o menos funcionó, a muy pocos les importaron los generales en el gobierno. En aquél entonces hubo otra fiesta de consumo – Cris no inventaste nada – de baratijas importadas y de todo tipo y tamaño. ¿Cómo olvidar las caravanas de compatriotas pasando por la frontera en Uruguayana trayendo televisores en color? ¿O los tours de compra al Paraguay? ¿O las colas en las casas de cambio para comprar dólares? Este irresponsable que escribe fumaba cigarrillos negros franceses y los cambiaba con los amigos por otros ingleses o yanquis.
Quiero rescatar a los que se opusieron a la dictadura desde el 24 de marzo del 76, y no esperaron para saber si los milicos iban a ser  buenos o malos. Condenaron el asalto a la democracia sin especular.
Pero nuestra democracia ya ha generado una cantidad de deudas que no podemos atribuir a los milicos. Son propias, son nuestras, y éstas a mí me preocupan más que los juicios a decrépitos personajes de aquél pasado horroroso. Sigue habiendo pibes que no comen todos los días, y esto es un pecado que clama al cielo.
Creo que hay un desafío ético en construir una memoria que no sea hemipléjica. Ni de derecha ni de izquierda. Completa.
Quizás así podamos volver al sueño común de una Patria con república y con democracia.

miércoles, 1 de abril de 2015

24 de Marzo del 76 – Yo estuve ese día – Tercera Parte

Ese mismo día por la tarde vinieron a casa mi tío Antonio y su nuera, la esposa de mi primo Cacho. Tengo el recuerdo medio difuso, me parece que me hicieron salir para que no escuche. La cuestión es que esa madrugada los milicos se habían llevado a mi primo cuyo pecado, según parece, es haber sido delegado de la Uom en Acindar.

Y nadie sabía dónde estaba. Mi papá tenía algunos amigos milicos y creo que pudieron averiguar que estaba detenido en una comisaría pero nadie podía verlo. Sólo se sabía que estaba vivo. Durante meses no se supo nada de él. Un cura que conocía a otro de mis tíos, lo encontró detenido e incomunicado en la cárcel de Coronda. Al tiempo lo soltaron. Supongo que al ser reconocido fue que se hizo visible y lo dejaron ir. O lo soltaron porque ya no les interesaba tenerlo allí. Recuerdo que alguien en la familia comentó que nunca lo interrogaron. Quién sabe. Todas las historias de esos días son vidriosas.

Me acuerdo que en la TV de la época, blanco y negro y dos canales, la programación se cortaba a cada rato para dar paso a las cadenas nacionales donde hablaba algún milico o se leían las proclamas y bandos de ese siniestro monstruo que recién nacía y que se había autobautizado como proceso de reorganización nacional.

Para mis once años el más dramático de esos bandos fue el que anunciaba que a partir de no me acuerdo qué día todos volvíamos clases. Hacía rato que no iba a clases porque la escuela estaba tomada por los estudiantes secundarios de la que años más adelante sería mi escuela, el Superior de Comercio.

No es mucho más lo que mi memoria tiene guardado de ese día. Algo más, fui al otro día a comprar papas a un carrito que había en la esquina de casa y para mi sorpresa el precio había bajado muchísimo. Ya les conté que yo estaba muy al tanto de esto porque hacía los mandados.