lunes, 30 de diciembre de 2013

FINAL DE AÑO

Con insólita puntualidad me convocas.
Vi caer tus hojas,  una a una,
Zigzagueantes, casi sin darse cuenta.
Fuiste desvaneciéndote
Para que mi presencia
Se fuera haciendo existencia.

El paso de tus días me fue desnudando.
Por un camino de personas y sucesos,
Anduve como si el destino
Me esperara en algún recodo,
Para preguntarme qué hiciste,
¿Lograste lo deseado?, el ciclo acaba.

Por qué el treinta y uno final
Aguarda respuestas que no tengo,
Balances que no haré otra vez,
Porque intuyo el quebranto de mis decisiones.
Y la pregunta, ¿fuiste feliz?
¡Cómo si yo pudiera contestar!

Volví a soñar, desperté siempre,
Una y otra vez con las manos vacías,
Abracé, besé, reí, también hubo llanto.
Amé como pude, volví a empezar.
Tendí la mano, no siempre con la fuerza necesaria.
Alguna fantasía a lo lejos estuvo de paso,
Y el regreso de las palabras
Que se hicieron tinta y  sentimiento.

No mucho más, quizás no sea necesario algo más,
Mientras tenga poesía, tenga vida.

martes, 24 de diciembre de 2013

NAVIDAD


Miseria, noche y ausencias,
Gemidos y sudores,
Manos apretadas,
Miedos y alegrias.

Piso de tierra, olor a bosta,
Grillos intermitentes,
Resoplo de las nobles bestias,
Impaciencia en las miradas.

Un grito rompe el silencio,
El tiempo se detiene,
Lágrimas suaves,
Asombro y sonrisas,
El niño llora.

Nació el pibe tan esperado,
El pobrerío, solidario, se arrima.
Un pedazo de pan, un poco de vino,
Una mantita, unos besos, unos abrazos.

El poder duerme inquieto,
Se retuerce en su lecho.
Sabe que el final se acerca,
Sabe que el emmanuel ha sido parido.

Prendido a la teta,
Tan pobre, tan chiquito.
Un dios tan débil, tan indefenso,
Tan humano, en vos creo. 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

ADIOS


Dejé que te fueras,
Vi tu silueta alejarse,
Perderse lentamente
Como el tiempo presente.

Mis pensamientos
Fueron tras tuyo,
Intentando alcanzarte
Como si fueran tuyos.

Quedó tu perfume
Y permaneció el recuerdo,
Dije tu nombre al viento
Y la voz también se alejó.

No quedó nada,
Ni recuerdos, ni  palabras,
Ni pensamientos,
Quedo tu ausencia.

PREGUNTA


Si tuviera la oportunidad,
Aunque más no sea por una vez,
Te tomaría de las manos,
Acariciaría tu pelo,
Me vería en el fondo de tus ojos.

Y si así fuera y yo pudiera,
Contendría el aliento
Para que la vida no se me escape,
Y haría sentidos esfuerzos
Para contener los temblores.

Me acercaría a tu oído
Y dejaría salir esas palabras,
Que fecundaste en mi pecho,
Y antes que respondas,
Besaría tus labios para que
Se desvanezca tu respuesta.

viernes, 13 de diciembre de 2013

ESPERANZA


Quiero que cada amanecer,
La vida que me encuentre
Me reciba en sus brazos
Y me caliente el alma.

Quiero que cada tarde,
El sol que se aleja
Me deje el recuerdo tibio
Del día celebrado
De la sangre compartida.

Quiero que cada noche,
El aire fresco y la luz tenue
Penetren mis sentidos,
Y reviva la llama.
Hoy no pudo ser, será mañana.

SUEÑOS

El pibe miró el horizonte lejano
Y se reconoció en lugares,
Y vio a sus amigos,
Y conoció a sus amores.

Caminó hacia el infinito
Y pudo tomarlo con la mano,
Y lo soltó para que se fuera,
Más adelante, se dijo.

Esfuerzo y pasión a mares,
Y los días, y los meses, y los años
Fueron arrugando sus manos,
Haciendo lentos sus pasos,
Todavía no, se dijo.

El horizonte ha desaparecido,
Sintió miedo y dudó,
¿Me equivoqué de sendero?
Oyó el silencio y sonrió,
Ahora sí, ya es tiempo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

INCONSISTENCIAS


La mano abierta
Y el rostro oscuro.
El corazón generoso
Y la lengua incontenible.
El paso firme
Y el camino equivocado.
La fe intacta
Y la suerte esperada.
El beso cálido
Y el amado ausente.
La palabra justa
Y la acción que la niega.
El sueño deseado
Y la hora que no llega.
La vida que florece
Y la muerte que aguarda.
La esperanza que ríe
Y los días que pasan.
Sé quién soy
Y me siento nadie.

lunes, 2 de diciembre de 2013

MIRADA


Brillo en los ojos,
Párpados inquietos,
La esquina se aleja,
El café se enfría.

Rostros ajenos,
Apurados, sin tiempo,
Cuerpos tensos
Que se pierden,
Se pierden en el gentío.

Te busco,
Trato de encontrarte,
Todo se hace compacto,
Se desvanecen las figuras,
El reloj las devora.


Nada que ver,
Ojos que se cierran,
Lágrima que corre,
Ya lo sé,
No vendrás.

viernes, 29 de noviembre de 2013

LOCO


Mirada extraviada,
Sonrisa sin vida,
Gesto de inocencia
Secreto escondido.

¿Qué misterio esconde
Tu hora simple,
Tu miedo eterno
Tu paso lento?

Estuviste con la muerte,
Te canto al oído,
Te contó su historia.
No quiso llevarte.

Te dejó malherido,
En un rincón cualquiera,
Sin pasado ni futuro
Eterno presente.

Te reveló su misterio,
No hay amor si locura,
No hay vida sin muerte.
No demente, estás vivo.

EL GUIÑO


El verano se acerca con toda su carga de calor y humedad. Mucha gente en el consultorio. Hoy será un día largo, mejor empiezo o esto será interminable. Abrí la puerta y dije un apellido en voz alta.

No terminaba nunca de pararse. Treintona, rubia, pelo a la cintura. Alumbró el lugar con la sonrisa. El botoncito de la blusa parecía Atlas sosteniendo el mundo, hasta creo que le vi las gotitas de sudor en la frente. ¿Puedo pasar? Se puso tan cerca que pude percibir el olor del chicle de menta. De un tirón metió una criatura dentro del consultorio, avanzó como si yo no existiera y se sentó. Por cierto, se sentaba muy bien.

El pibito, un coloradito pecoso, se quedó al lado, mirando al piso sin decir palabra. En qué puedo ayudarlos… intenté decir, cuando el sonido de un chillido de gato al que le pisan la cola me dijo ¡Doctor, el nene no me come! Me quise hacer el gracioso, ¿no te gusta la comida que te hace mamita? El chico me miró a través del flequillo con expresión de asesino serial, y la mujer hizo una mueca de desprecio, que hizo que me sintiera estúpido.

Recuperé la compostura. ¿Cómo te llamás? Carlitos contestó la madre. ¿Y cuántos años tenés? Mismo chillido de antes, diez. El pibe miraba al piso como si buscara algo. A simple vista no parece estar por fuera del peso y altura de chico de su edad… a usted le parece, yo soy la madre y sé lo que le digo, no tiene el peso y la altura adecuados. Sentí calor en las sienes, la miré y le sonreí forzadamente. Ahora su mueca fue de desprecio.

Carlitos, vení, apoyate aquí en la pared, que con esta  regla de la jirafita quiero medir qué altura tenés. No hace falta, mide un metro treinta y dos centímetros, uno menos de lo que debiera. El chico ni se movió. Tomé al chico por los hombros y lo apoyé en la pared y comprobé que el número era correcto, sin soltarlo lo subí a la balanza. Pesa treinta y un kilos, uno menos de lo que corresponde, tal como le dije, doctor. Lo que usted tiene que hacer es recetarle unas buenas vitaminas inyectables así aprende a que tiene que comer cuando yo le digo y no cuando al ´l se le ocurra. Le clave la mirada como si fuera a fusilarla, suspiré y no dije nada. Ella sonrío como saboreando una victoria. El número era correcto, hice que el nene se bajara de la balanza y sin soltarlo le pedí que me mirara.

El chico levantó la vista casi con miedo, su expresión ya no tenía la dureza de antes. No lo había notado, era bellísimo y con unos ojos llenos de niñez. Mamá ya sé que tiene Carlitos, le hablaba mientras sostenía con fuerza y miraba al pibe. La criatura no puede comer adecuadamente porque tiene los huevitos tan hinchados que le taparon la garganta y debe ser contagioso porque yo me siento exactamente igual en este momento. Se hizo un silencio abrumador y las palabras me quemaron en la boca.

El pibe se me escurrió de entre los dedos como si fuera un pez, abrió la puerta y salió corriendo del consultorio mientras lanzaba las más espectaculares carcajadas infantiles que yo haya escuchado en mi vida. Entre sorprendido y arrepentido, levanté la vista para mirar a la rubia e intentar pedir disculpas.

Ya se había parado, con la destreza y velocidad de una gata y en un solo movimiento, me acertó un cachetazo a pesar de estar ubicada del otro lado del escritorio, me gritó boludo,  agarró la cartera y salió del consultorio dando un portazo que sonó como un disparo de cañón. Me quedé en silencio, acariciándome la mejilla enrojecida, mientras que con la otra mano trataba de reordenar el escritorio.

Ahí lo vi. El botoncito de la blusa había sido doblegado por el esfuerzo, y fue disparado al destierro. Quedó justo apoyado en mi bolígrafo. Te juró, vi que, aliviado, me guiñaba un ojo y  me sonreía.

PUEBLITO


Sol fraterno,
Viento que abraza.
Calles polvorientas,
Casas fraternas.
Andar tranquilo,
El tiempo es amigo.
Miradas francas,
Saludos esperados.
Cielos espejados,
Aves brillantes.
Pibes al viento
Risas y sueños.
Miradas de viejos,
Lágrimas de recuerdo.
Refugio esperado
Lugar encontrado.

ADIOS


Levante la copa,
La copa vacía.
Busqué tu mirada,
Encontré tu tristeza.
Estiré la mano,
Toqué tu mejilla.
Tu lágrima
Mojó mi  vida.
El vino encendió
Mi palabra.
Tu silencio
Me dio permiso.
Te tomé la mano,
La mano caliente.
Tiré la copa,
Besé tus labios.
Cerré mis ojos,
Sentí tu partida.

martes, 17 de septiembre de 2013

40

En la Biblia se emplea el número cuarenta, 102 veces, y muchas de ellas tienen un significado simbólico, en cuanto se emplea la cifra de cuarenta, no para expresar una cantidad de unidades, sino para dar un mensaje subyacente en el número que se expresa. Comienza la Biblia con el libro del Génesis, en el cual Dios anuncia el diluvio universal que durará cuarenta días y cuarenta noches. Cuarenta años tenía Isaac cuando tomó por esposa a Rebeca y otros cuarenta también tenía Esaú cuando tomó por esposas a Judit, y a Basmat. Cuarenta días permaneció Moisés en lo alto del Monte del Sinaí, y también cuarenta días tardaron en volver los exploradores enviados por Moisés a la tierra prometida. Fueron también cuarenta días, los que permaneció el profeta Elías en el desierto del Sinaí huyendo del acoso de la reina Jezabel. El profeta Jonás predice la destrucción de Nínive en cuarenta días. Jesús ayunó cuarenta días en el desierto. Simbólicamente el número cuarenta representa la idea de «cambio», o del paso de una generación a otra. En el diluvio la humanidad cambia. Con los matrimonios de Isaac y Esaú, se inicia una nueva generación. Los cuarenta días de Moisés y de Elías en lo alto del monte, implican su cambio espiritual, Dios los llama para mostrarse más íntimamente a ellos. Los cuarenta días que tardaron los exploradores, simbolizan el cambio de actitud del pueblo judío antes las nuevas, que les traen los exploradores, acerca de la tierra prometida. Los cuarenta años del pueblo judío en el desierto, simbolizan el cambio generacional que ha de producirse, hasta que se extinga la generación infiel que salió de Egipto. A Nínive se le dan cuarenta días para que cambie. Los cuarenta días de Nuestro Señor en el desierto simbolizan el cambio de su vida privada a su vida pública. No obstante lo anterior, hay casos concretos en que es difícil ver el simbolismo, cual son por ejemplo, los cuarenta azotes que se indica en el Deuteronomio, como pena que ha de sufrir el condenado a este castigo. Pero dado el profundo respeto a las formas exteriores, que tenía el pueblo judío, en la realidad solo se daban treinta y nueve azotes, para no sobrepasar nunca por equivocación los cuarenta, lo cual era ya advertido en el Deuteronomio. Podríamos tal vez, forzando la imaginación, ver aquí el simbolismo, en el cambio que se ha de esperar, en la conducta del que sufre la pena. Las cifras son abundantes en todos los textos sagrados, pero centrándonos en el simbolismo del número cuarenta que es el del cambio, vemos que en nuestra vida  el cambio tiene una tremenda importancia, porque para avanzar en el camino del encuentro con nuestro Creador, con nosotros mismos y con los otros continuamente hemos de estar cambiando. Muere el hombre viejo para que nazca el hombre nuevo.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Salamandra

Las salamandras son considerados seres de fuego, al igual que el Ave Fénix, en la mitología tanto Griega como Romana. Se dice que estas hermosas criaturas viven en el puro corazón del fuego y por lo tanto lo representan. 

El mito cuenta que Prometeo, el Dios amigo de los mortales, fue quien les regalo el fuego y con él algunos de los secretos que se ocultan detrás de él. Zeus se enfureció ante la acción de Prometeo y le dio un doloroso castigo, encadenado en el monte del Cáucaso y lo condeno a soportar día tras día los picotazos de un águila en su hígado. Siendo un Dios, como lo era Prometeo, su hígado se regeneraba todas las noches alargando eternamente su sufrimiento. 

Dentro de los secretos que Promete regalo a los mortales estaban las salamandras quienes estaba vinculadas a uno de los cuatro elementos: fuegos, que son las hadas más antiguas que existen, llenas de una inmensa sabiduría y muy respetadas por los Dioses. El mito asegura que las salamandras tienen las llaves del arca que oculta el misterio de la vida y la muerte. Sin embargo, las salamandras no son muy amigas de los mortales porque no les gusta la forma en que ellos utilizan el fuego. Su virtud mitológica de mantenerse dentro del fuego sin ser afectada por las llamas, se extiende también a la espiritualidad humana, asociando la capacidad de la salamandra de tragar y apagar fuego con la persona de bien que mantiene su paz mental a pesar de los ataques.

Asimismo, al hombre honrado y puro que no desea el mal a otros, no puede ser dañado por el fuego.