Tanta lágrima, tanta queja, tanta invocación a la justicia, finalmente me han puesto a pensar.
¿Cómo me sentiría si mi Boquita hubiera perdido, con dos goles dudosos o directamente ilégitimos? Seguramente estaría a las puteadas y muy caliente denunciando la confabulación de Central y Scioli para cagarle la vida a Macri y a Boca.
(Una pequeña digresión: el partido lo presencié en la cancha, así que la transmisión televisiva la ví al otro día. No puedo creer lo que escuché. Estoy convencido que estos imbéciles de relatores y comentaristas tenían en la cabeza que cada vez que hacían un comentario eran parte de la campaña contra Macri. Todo lo de Central maravilloso, todo lo de Boca horrible, ¡cuánta mierda!).
Volvamos al tema.Tengo a mi favor que cuando mi equipo fue eliminado de la Libertadores por el delincuente que le tiró gas pimienta a las gallinas, yo estuve de acuerdo con la sanción. Es más creo que tendría que haber sido mucho más grave. Soy de Boca, no hincha de la barra. Y es claro que mientras el fútbol esté manejado por estos personajes, se seguirá matando el juego para que quede sólo el negocio. Negocio para pocos, que muchos aplauden.
Esta insignificancia, que es un partido de fútbol, pone de relieve, por si hiciera falta, nuestro fracaso como sociedad.
¿Exagero?. Ojalá esté profundamente equivocado, pero creo que no.
Se ha internalizado como un mandamiento que no importa el bien como valor ni como una guía de los comportamientos deseables. Está bien lo que me beneficia y lo que me perjudica está mal. ¿Y no es así acaso? Sí, pero a cambio de que este juicio sea valedero para todos (y todas) en todo (y toda) momento. Parecería que no es posible.
Una sociedad a la que le da lo mismo el bien que el mal, está condenada a ser gobernada por dictadores, que le terminarán diciendo qué está bien y qué está mal, qué hay que hacer y qué no, quiénes son los buenos y quienes los malos, y que con seis pesos por día se puede comer (agregar la inflación del Indec, tres pesos más). Se llama relato y esto ocurre en la Argentina de hoy.
Si el árbitro es un villano porque me cagó mal, también era un villano cuando me benefició cagando a mi rival. Me asusta y mucho que esto no se vea así.
Dos vídeos: en uno en el que se ve como el super villano era un super héroe, dedicado a mis amigos "sina" que están muy apenados. En el otro, están las lamentables explicaciones (?) de Arruabarrena después de la eliminación de Boca en la Libertadores.
Moral reversible.
De un lado está el bien, del otro el mal. El criterio, como se me canta el culo.
Pero no se olviden que esto se complementa con la ley del gallinero. En esta, a Central le tocó el palo de abajo.